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Tener hambre de tratar al Maestro, preocupación
por las almas y perseverancia en su trato sin desfallecer.
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Si descuidamos nuestras normas, es fácil perder
el trato con Dios.
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El apostolado debe de tener una prioridad muy
alta en tu vida.
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La caridad es el lubricante del apostolado.
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Tenemos que vivir la caridad de una manera
heroica.
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La mejor muestra de cariño es la comprensión.
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Al final del día hay que preguntarnos: ¿hoy con
quién hice apostolado?
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Hay que tener un plan apostólico diario.
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Pidamos a Dios ese deseo de salvar almas.
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A veces, aunque sintamos que perdamos el tiempo,
esforcémonos por el apostolado con mucha oración y mortificación.
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El apostolado nace de la oración