miércoles, 26 de enero de 2011

MORTIFICACIÓN

173. Esa palabra acertada, el chiste que no salió de tu boca; la sonrisa amable para quien te molesta; aquel silencio ante la acusación injusta; tu bondadosa conversación con los cargantes y los inoportunos; el pasar por alto cada día, a las personas que conviven contigo, un detalle y otro fastidiosos e impertinentes… Esto, con perseverancia, sí que es sólida mortificación interior.


No hay que vivir defendiéndonos de todo lo que nos molesta o afecta de alguna u otra manera, somos cristianos, y como tal tenemos que vivir como debemos. Si nos pegan, tendremos que poner la otra mejilla para que nos vuelvan a pegar. Aquella mortificación acertada que nos ofrecemos con todas esas incidencias diarias que pueden sucedernos y no nos damos cuenta lo mucho que valen para Dios.

Poder dedicar aquella sonrisa verdadera a nuestros enemigos, no defendernos ante la acusación injusta de nuestros padres o compañeros de trabajo, perdonar y pasar por alto todo lo fastidioso que son las personas con nosotros. Todas aquellas cosas que nos suceden y podemos ofrecer amando a los que nos hieren y dando lo mejor de nosotros para ellos mismos.

La mortificación no la mostraremos sin sabernos gratos con los demás, ser con cada detalle buen intencionados y vivir con el peso que nos hacen cargar. Amar y darnos a los demás sin esperar a cambio que nos den lo mejor, hasta cuando nos insulten por ello, los perdonemos y lo pasemos por alto. Vivamos amando lo que odiamos y compartiendo con los que nos hieren.

Alex Arriaga

miércoles, 12 de enero de 2011

CORAZÓN

147. ¿Las criaturas para ti? –Las criaturas para Dios: si acaso, para ti por Dios.


El mundo no es para nosotros, solamente es una pizca de lo que Dios nos da para poder vivir y saberlo ofrecer a Él mismo. Todo nos lo da para saberlo volver a otorgar a los demás. Somos sus hijos y nos presta cosas para poder vivir y al mismo tiempo hacerlas mejores.

Si por acaso queremos algo, quedémonos con ello, pero con la condición que se lo ofrezcamos a Dios mismo. De tal manera usarlo para que los demás también dispongan del mismo y no sea sólo para un mundo egocéntrico creado por nosotros mismos.

Demos a Dios el agradecimiento de todo lo que nos dio en un corto periodo para saberlo aprovechar para con los demás y para Él.

Alex Arriaga