sábado, 5 de octubre de 2013

DEVOCIONES

553. No olvides tus oraciones de niño, aprendidas quizá de labios de tu madre. —Recítalas cada día con sencillez, como entonces.


                Hay muchas oraciones que nos enseñan desde pequeños, que nos hacen sentir seguros al rezarlas por la mañana, tarde o noche. Esas pequeñas jaculatorias que vibran en los labios de nuestras madres y retumban en nuestra mente para siempre. Esas que invocan al Ángel de la guarda, a María Madre Nuestra o al Niño Jesús.

                Nunca dejes de rezar esas oraciones que te enseñaron para pedir protección y procura enseñarlas a tus seres queridos, son las oraciones que Dios quiere que tengas como primera protección, esas que enseñó a tu madre para ti mismo también. Esas que quiere tu protector escuchar como agradecimiento diario, a la Virgen María que  recibe una rosa con cada que te escucha rezarlas y al Niño Jesús que quiere sentir tus caricias como a un pequeño en cada palabra expresada con dulzura.

                No pretendamos rezarlas con mayores expresiones que las hechas en nuestra infancia, así tienen mayor eficacia, una sencillez que nos lleve a vivir con la humildad de la Sagrada Familia de Nazaret. Con prudencia recémoslas, buscando que nos escuchen en el Cielo más que en la tierra, y transmitámoslas constantemente a las personas que amamos para su mutua protección.


Alex Arriaga