530. ¿No es raro que muchos
cristianos, pausados y hasta solemnes para la vida de relación (no tienen
prisa), para sus poco activas actuaciones profesionales, para la mesa y para el
descanso (tampoco tienen prisa), se sientan urgidos y urjan al Sacerdote, en su
afán de recortar, de apresurar el tiempo dedicado al Sacrificio Santísimo del
Altar?
Tantos
momentos que nos paramas a esperar para que no terminen después de empezar, que
nos urgimos por que no terminen. A veces parecen que en el trabajo, comiendo o
cuando descansamos de los mismos, queremos y alargamos sus momentos para que
duren más. Como si fueran importantes.
Lo
triste es, que para un cristiano, el momento culmine del día lo apresuremos
para que no tarde tanto y deje ir pronto. Ese momento que es el sacrificio
eterno de nuestro Señor Jesucristo, que se ofrece en el Altar por nosotros, que
urjamos al Sacerdote por que termine lo antes posible para irnos a seguir
nuestras actividades. Parece que no priorizamos lo suficiente para saber que lo
más importante es lo vivido en esos escasos minutos que dedicamos enteramente a
Cristo en el Altar.
Probemos
esta manera de intentar aprovechar el tiempo que realmente debemos estar y
alargar, en lugar de los que no tienen tanta importancia de manera física y
sobrenatural. La Santa Misa es el momento más importante de nuestro día, démosle
su lugar para poder aprovecharla con tiempo necesario para nuestra acción de
gracias y nuestro ofertorio al Señor.
Alex Arriaga