sábado, 17 de agosto de 2013

SANTA MISA

530. ¿No es raro que muchos cristianos, pausados y hasta solemnes para la vida de relación (no tienen prisa), para sus poco activas actuaciones profesionales, para la mesa y para el descanso (tampoco tienen prisa), se sientan urgidos y urjan al Sacerdote, en su afán de recortar, de apresurar el tiempo dedicado al Sacrificio Santísimo del Altar?


                Tantos momentos que nos paramas a esperar para que no terminen después de empezar, que nos urgimos por que no terminen. A veces parecen que en el trabajo, comiendo o cuando descansamos de los mismos, queremos y alargamos sus momentos para que duren más. Como si fueran importantes.

                Lo triste es, que para un cristiano, el momento culmine del día lo apresuremos para que no tarde tanto y deje ir pronto. Ese momento que es el sacrificio eterno de nuestro Señor Jesucristo, que se ofrece en el Altar por nosotros, que urjamos al Sacerdote por que termine lo antes posible para irnos a seguir nuestras actividades. Parece que no priorizamos lo suficiente para saber que lo más importante es lo vivido en esos escasos minutos que dedicamos enteramente a Cristo en el Altar.

                Probemos esta manera de intentar aprovechar el tiempo que realmente debemos estar y alargar, en lugar de los que no tienen tanta importancia de manera física y sobrenatural. La Santa Misa es el momento más importante de nuestro día, démosle su lugar para poder aprovecharla con tiempo necesario para nuestra acción de gracias y nuestro ofertorio al Señor.


Alex Arriaga