553. No olvides tus oraciones de
niño, aprendidas quizá de labios de tu madre. —Recítalas cada día con
sencillez, como entonces.
Hay
muchas oraciones que nos enseñan desde pequeños, que nos hacen sentir seguros
al rezarlas por la mañana, tarde o noche. Esas pequeñas jaculatorias que vibran
en los labios de nuestras madres y retumban en nuestra mente para siempre. Esas
que invocan al Ángel de la guarda, a María Madre Nuestra o al Niño Jesús.
Nunca
dejes de rezar esas oraciones que te enseñaron para pedir protección y procura
enseñarlas a tus seres queridos, son las oraciones que Dios quiere que tengas
como primera protección, esas que enseñó a tu madre para ti mismo también. Esas
que quiere tu protector escuchar como agradecimiento diario, a la Virgen María
que recibe una rosa con cada que te
escucha rezarlas y al Niño Jesús que quiere sentir tus caricias como a un
pequeño en cada palabra expresada con dulzura.
No
pretendamos rezarlas con mayores expresiones que las hechas en nuestra
infancia, así tienen mayor eficacia, una sencillez que nos lleve a vivir con la
humildad de la Sagrada Familia de Nazaret. Con prudencia recémoslas, buscando
que nos escuchen en el Cielo más que en la tierra, y transmitámoslas
constantemente a las personas que amamos para su mutua protección.
Alex Arriaga